domingo, 13 de septiembre de 2009

Brindo por Neuquén.




Hoy,
señoras y señores, mi querida y poco apreciada ciudad de Neuquén cumple 105 añitos. Una pendeja, lo que se dice. Sí, un 12 de septiembre de 1904 se decidió convertir al arenal ubicado en la confluencia de los ríos Limay y Neuquén en la capital del entonces Territorio Nacional y hoy resulta que es la ciudad más importante de la Patagonia.
Hasta ahí todo muy lindo. Y no entraremos en detalles. No indagaremos en los negociados que hubo para poder traer la capital a este rincón de la provincia, ni las gestiones para hacer que llegue el tren hasta aquí, ni tampoco hablaremos cómo se dejó en el olvido a la otra capital, Chos Malal.
A pesar de que la amo, me molesta su chatura que no se condice con el crecimiento vertiginoso que ha experimentado. Es un pueblo disfrazado de ciudad, básicamente.
Pero otro día nos quejaremos de las contradicciones de la próspera Neuquén. Hoy brindo por la gente que la habita (
LOS TORTUGONES, IRRACIONALES, SUPERSTICIOSOS Y QUEJOSOS), las marchas y piquetes que la aíslan, el alto costo de vida, los pocos espacios verdes, los problemas de agua del verano, los vendavales de septiembre, las inundaciones apenas caen dos gotas de lluvia, la lejanía de… todo.
Maldición, no quería quejarme, pero la vieja chancletuda ejerce sus poderes sobre mí de una forma misteriosa.
Y también brindo por los perfectos días de otoño, el tibio sol y los árboles en flor de la primavera, la frescura del Limay y el encanto de la avenida Argentina en el verano, y el calor en compañía de amigos en invierno; por la posibilidad de estar cerca de las montañas en cualquier época del año; y por haber crecido junto con la ciudad y admirarme de cuánto hemos progresado. ¡SALÚ!
Y aunque hoy no siga siendo su habitante, me alegro de cada día saber que se mantiene en pie con su hipocrecia, pero en fin sin ella no sería lo que es.

Gracias Neuquén, me ayudaste a crecer, volar e irme lejos de ahi, y desde aca valorar lo que era vivir allí.

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